Un juego lleno de engaños sobre las exportaciones de cereales de Ucrania
Armamento es una palabra inglesa que es difícil de traducir. Puede significar militarización pero también conflictualización. Esto es lo que ha seguido haciendo Vladimir Putin en todos los contextos desde el estallido de la guerra en Ucrania, desde el gas hasta la amenaza nuclear a nivel civil y militar. El jefe del Kremlin juega con los nervios de ucranianos, europeos y del mundo entero para perseguir sus objetivos.
La misma dinámica ocurre con los cereales ucranianos, indispensables para muchos países de Oriente Medio y África. En este momento hay en marcha una partida de póquer mentiroso cuya apuesta es una posible hambruna, pero también la posición de los países del sur con respecto al conflicto ucraniano.
En verano, una mediación de Turquía y la ONU había permitido el paso de barcos cargados de cereales por el Mar Negro, evitando la hipótesis de una hambruna. Pero el fin de semana Putin «suspendió» el acuerdo tras el ataque a la flota rusa en el puerto de Sebastopol.
La búsqueda de los responsables
El 31 de octubre y el 1 de noviembre el paso de los barcos transcurrió sin problemas, pero Ucrania, Rusia y Turquía anunciaron que el 2 de noviembre no habrá movimiento en el Mar Negro, sin duda para dejar espacio a la negociación.
¿A quién se culpará de la crisis alimentaria en los países más débiles? Apoyándose en el ataque de Sebastopol, Rusia busca culpar a los aliados occidentales de Ucrania, en un intento de mantener (en el peor de los casos) la neutralidad activa de una parte de los países del sur destacada por los votos en Naciones Unidas.